La Acupresión, técnica milenaria
La acupresión es tan antigua como la acupuntura. De hecho, se basa en los mismo principios, sólo que en la primera no se usan la famosas agujas. Su práctica se remonta a miles de años atrás, en la antigua China.
Los puntos del cuerpo que se utilizan para aplicarla son idénticos a los de la acupuntura. La diferencia radica en la intensidad de la estimulación efectuada en dichos puntos. Obviamente, mediante la acupuntura es mucho mayor, ya que la aguja penetra la piel.
Se distinguen dos tipos de puntos a trabajar: los llamados punto locales (aquellos donde justo se localiza el dolor o la lesión), y los puntos «gatillo»(aquellos que se encuentran alejados del foco de la lesión). Estos últimos están basados en la idea de que el cuerpo posee una especie de «canales de energía» (meridianos), que se comunican entre sí. Por tanto, estimulando un punto, estimulamos otros muchos.
En total hay 365 puntos, de los cuales 12 son los más importantes. Cada uno de ellos se corresponde con un órgano vital.
La energía que recorre el cuerpo, según la medicina tradicional china, recibe el nombre de «chi«. A su vez, esta energía se divide en dos: el ying, o energía pasiva, y el yang, o energía activa. Aunque son energías opuestas, las dos se complementan, y es este equilibrio lo que proporciona la buena salud y la armonía al cuerpo y a la mente. Cuando alguna de ellas se altera, aparece la enfermedad. La acupresión es la encargada de restablecer el flujo adecuado de energía, actuando sobre los puntos y, a su vez, sobre los canales de energía o meridianos.
Aunque la medicina occidental no está del todo de acuerdo con estos principios, hay investigaciones que evidencian que la técnica de la acupresión estimula la producción de endorfinas (las hormonas del placer y del bienestar), al mismo tiempo que regula el sistema inmune.
La práctica manual consiste en presionar con los dedos de tres a cinco minutos el punto elegido. Se empieza con una ligera presión y se va añadiendo más intensidad, pero sin llegar a provocar dolor. Los resultados no son «mágicos».
La acupresión lleva su tiempo para llegar a ser efectiva. Si se trabajan los puntos del cuerpo adecuados y durante el tiempo suficiente, los efectos relajantes y a la vez estimulantes, hacen su aparición provocando la mejoría de las dolencias del paciente.