Fibromialgia, síndrome difícil de diagnosticar
La Fibromialgia no es una propiamente una enfermedad, sino un síndrome. La diferencia radica en que una enfermedad o patología determinada es diagnosticada por una serie de síntomas concretos que la identifican y se asocian a ella. En el síndrome los signos y los síntomas que se dan son variados y no corresponden a una dolencia en especial, sino a una amalgama de ellos. Ese es el caso de la Fibromialgia.
El síndrome de la Fibromialgia ha sido infravalorado y mal diagnosticado hasta hace muy poco. La ciencia médica llegó a asociarlo a la hipocondría y a otras alteraciones del estado de ánimo puesto que los pacientes no mostraban signos visibles de la enfermedad sino que tan sólo referían dolor en todo su cuerpo, cansancio y depresión.
Hoy en día se ha evidenciado que la Fibromialgia es algo más que eso. Este síndrome está relacionado estrechamente con las patología de origen reumático, concretamente la artritis, pero a diferencia de esta no cursa con inflamación ni daños los músculos ni ningún otro tejido. La única característica que comparten es el dolor crónico y severo y la fatiga.
Es la población femenina la que ocupa el primer puesto en el ranking. De hecho, la posibilidad de padecer Fibromialgia es diez veces mayor que en los hombres.
Sobra decir que este insidioso síndrome interfiere de forma significativa la vida de quien lo padece, alterando la capacidad de llevar una existencia normal, no sólo a nivel físico sino también a nivel psicológico. Dolor, cansancio, alteración en los ritmos del sueño, cambios en el estado de ánimo y depresión suelen ser sus consecuencias.
A día de hoy no existe cura para la fibromialgia. Tampoco medicamento alguno que logre hacer desaparecer por completo sus síntomas. Con lo que sí se cuenta es con tratamientos que incluyen medicación para aliviar el dolor, una guía de ejercicios suaves indicados para el mismo fin y terapia psicológica para enfrentar el daño emocional que causa la enfermedad.
Este último aspecto es importantísimo. La persona con fibromialgia, si no es apoyada y comprendida tanto por su entorno como por ella misma, sobre todo en los aspectos que pueden influir en su ánimo, es más que probable que acabe con graves problemas en sus relaciones, en su trabajo, llegando al aislamiento social, al convencimiento de su propia inutilidad y desvalimiento y finalmente a una profunda depresión.