Dormir, toda una ciencia
Según el Diccionario de la Lengua Española, «dormir» es «hallarse en el estado de reposo que consiste en la inacción o suspensión de los sentidos y de todo movimiento voluntario«. Sí… pero no. Y me explico. Aunque todavía son muchos los interrogantes que guarda el cerebro humano, no son pocos los que quedan del acto fisiológico de dormir. De pensar que el sueño era poco menos que algo mágico o que, mientras estábamos en brazos de Morfeo, se apagaba la luz por completo, la ciencia ha averiguado que, ni aún así, nuestro maravilloso sistema neuronal deja de funcionar. Incluso realiza tareas sin las cuales la vida no sería la misma, o directamente no sería.
El sueño actúa a modo de reparador biológico, una especie de «agente de mantenimiento» sin el que nuestra vida sería un caos. De hecho, nuestro cerebro no se ocupa de las mismas actividades por el día que por la noche. Estudios confirman que las hormonas del crecimiento solo alcanzan su nivel más alto cuando dormimos, durante la fase de relajación más profunda. La producción de mielina, sustancia grasa que envuelve las fibras nerviosas y fundamental para que éstas puedan comunicarse entre sí, se lleva a cabo también durante el sueño.
Se han llegado a relacionar los problemas de memoria y otros de origen neurodegenerativo con la falta de sueño y con la falta de calidad de éste, ya que se ha descubierto que es justo durante nuestro descanso cuando fijamos todo aquello que hemos aprendido durante el día.
Pero, después de una investigación reciente llevada a cabo por la Stony Brook University no basta ya con lo que todos entendemos por «dormir correctamente», ya sabes, tus siete horas y media de media, luz apagada, silencio absoluto, un buen colchón y oso de peluche si se tercia. Debe hacerse en la postura adecuada: de lado, indistintamente el derecho o el izquierdo. Tal y como duerme la mayor parte del reino animal.
Y es que se comprobó mediante estudios, que dormir de forma lateral facilita el deshecho de todos aquellos residuos químico que ya no le sirven a nuestro cerebro. La Naturaleza es muy sabia, señores.
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Foto vía: Skeeze